Oct 1
NO VAMOS PARA NINGUNA PARTE
Por Gustavo Alvarez Gardeazábal
He sido convocado para que exprese aquí mi opinión sobre para dónde va Colombia. Tengo que ser categórico: Colombia no va para ninguna parte.
Este país perdió la brújula buscando el tesoro escondido que nunca supo si era la guerra, la paz, el oro o el narcotráfico. Y, como buenos descendientes de españoles, hemos andado metidos en una y mil guerras civiles a lo largo de toda su historia. Nunca hemos tenido completa paz. Nos hemos pasado 200 años firmando treguas, armisticios y redactando nuevas constituciones para satisfacer a vencidos y vencedores. Siempre hay alguien a quien no le gusta la paz y alguien que cree que es mejor seguir haciendo la guerra para que sus negocios rindan. Lo vimos durante todo el año que lleva el gobierno Duque. Lo estamos viviendo por estos días con la declaración de guerra de Márquez, El paisa y Santrich, quienes habían firmado el acta del acuerdo de La Habana.
Como buenos descendientes de indígenas que en vez de forjar un imperio como el maya o el azteca o el inca prefirieron tener 120 tribus, 120 caciques y 60 guerras.
Como descendientes forzados de negros traídos luego de ser prisioneros de guerras que perdieron en el interior de África y los sacaban a la costa para venderlos a los portugueses.
Como nos conquistaron con la cruz de la crueldad inquisidora y con la espada visigoda que negoció, combatió o expulsó a los árabes que también dejaron su semilla de guerra traída en las banderas del Mahoma guerrero. Como somos un amasijo de perdedores eternos, no hemos podido encontrar para dónde vamos, pero seguimos buscando el tesoro.
Los españoles, andaluces y extremeños, vascos y castellanos creyeron que conquistar Colombia era arrebatarle el oro que les colgaba a los indios o que enterraban al lado de los cuerpos de sus caciques muertos en sepulturas no muy profundas. Pero todos vinieron a buscar el tesoro. Y cuando no encontraron a El Dorado y se acabaron las guacas, sus nietos, bisnietos y tataranietos salieron a escarbar superficialmente la tierra o a lavar las bateas en las aguas de los ríos para encontrar la veta del oro de donde los indios extraían todo el brillo que les colgaba. Lo hicieron burlándose de los ancestrales métodos indígenas y por eso despreciaron las minas de Buriticá, donde por siglos habían amarrado a los indios de sus pies y los metían en huecos profundos a cavar la tierra y buscar el brillo. Les dio pereza abrir huecos para encontrar la veta. Trajeron los métodos españoles, no los de otras partes de Europa y solo cuando la iglesia y los gobernantes de Madrid permitieron que vinieran ingleses expertos en minas a las orillas del rio Cauca y alemanes a las breñas de Santurban, la minería de oro se volvió rentable e hizo grande ,para la guerra y para el poder, a Antioquia y a Santander, pero como los administradores de la cosa pública y del ocultismo de la iglesia estaban en Popayán o en Santa Fé de Bogotá, el oro que podría haber sido el verdadero tesoro de la nación resultó envidiado y no aumentado ni provechado.
Para arrebatárselo y controlarlo, se revivió el ancestro guerrero español y vinieron las guerras civiles buscando solucionar las diferencias y quedarse con el tesoro, que ya no era oro sino el de los cofres del presupuesto nacional. Leer mas...
Conferencia dictada en la Feria del Libro de Itagüí, 2019
He sido convocado para que exprese aquí mi opinión sobre para dónde va Colombia. Tengo que ser categórico: Colombia no va para ninguna parte.
Este país perdió la brújula buscando el tesoro escondido que nunca supo si era la guerra, la paz, el oro o el narcotráfico. Y, como buenos descendientes de españoles, hemos andado metidos en una y mil guerras civiles a lo largo de toda su historia. Nunca hemos tenido completa paz. Nos hemos pasado 200 años firmando treguas, armisticios y redactando nuevas constituciones para satisfacer a vencidos y vencedores. Siempre hay alguien a quien no le gusta la paz y alguien que cree que es mejor seguir haciendo la guerra para que sus negocios rindan. Lo vimos durante todo el año que lleva el gobierno Duque. Lo estamos viviendo por estos días con la declaración de guerra de Márquez, El paisa y Santrich, quienes habían firmado el acta del acuerdo de La Habana.
Como buenos descendientes de indígenas que en vez de forjar un imperio como el maya o el azteca o el inca prefirieron tener 120 tribus, 120 caciques y 60 guerras.
Como descendientes forzados de negros traídos luego de ser prisioneros de guerras que perdieron en el interior de África y los sacaban a la costa para venderlos a los portugueses.
Como nos conquistaron con la cruz de la crueldad inquisidora y con la espada visigoda que negoció, combatió o expulsó a los árabes que también dejaron su semilla de guerra traída en las banderas del Mahoma guerrero. Como somos un amasijo de perdedores eternos, no hemos podido encontrar para dónde vamos, pero seguimos buscando el tesoro.
Los españoles, andaluces y extremeños, vascos y castellanos creyeron que conquistar Colombia era arrebatarle el oro que les colgaba a los indios o que enterraban al lado de los cuerpos de sus caciques muertos en sepulturas no muy profundas. Pero todos vinieron a buscar el tesoro. Y cuando no encontraron a El Dorado y se acabaron las guacas, sus nietos, bisnietos y tataranietos salieron a escarbar superficialmente la tierra o a lavar las bateas en las aguas de los ríos para encontrar la veta del oro de donde los indios extraían todo el brillo que les colgaba. Lo hicieron burlándose de los ancestrales métodos indígenas y por eso despreciaron las minas de Buriticá, donde por siglos habían amarrado a los indios de sus pies y los metían en huecos profundos a cavar la tierra y buscar el brillo. Les dio pereza abrir huecos para encontrar la veta. Trajeron los métodos españoles, no los de otras partes de Europa y solo cuando la iglesia y los gobernantes de Madrid permitieron que vinieran ingleses expertos en minas a las orillas del rio Cauca y alemanes a las breñas de Santurban, la minería de oro se volvió rentable e hizo grande ,para la guerra y para el poder, a Antioquia y a Santander, pero como los administradores de la cosa pública y del ocultismo de la iglesia estaban en Popayán o en Santa Fé de Bogotá, el oro que podría haber sido el verdadero tesoro de la nación resultó envidiado y no aumentado ni provechado.
Para arrebatárselo y controlarlo, se revivió el ancestro guerrero español y vinieron las guerras civiles buscando solucionar las diferencias y quedarse con el tesoro, que ya no era oro sino el de los cofres del presupuesto nacional... Leer mas
EL POLI ESTA LISTO PARA PARTICIPAR EN LOS XXVIII JUEGOS UNIVERSITARIOS NACIONALES – ASCUN Y DEFENDER EL TÍTULO DE CAMPEÓN

• La Institución invierte 658 millones de pesos en la preparación, hospedaje y desplazamiento de la delegación.
Los deportistas que representarán a la Institución en los Juegos Nacionales Universitarios, recibieron la bandera del Politécnico Colombiano Jaime Isaza Cadavid, de manos de las directivas encabezadas por el rector Libardo Álvarez Lopera, en un acto que se realizó en el auditorio Fernando Gómez Martínez.

Después de una intensa labor de preparación y competencia, el Politécnico Colombiano Jaime Isaza Cadavid competirá en 17 disciplinas, tanto en masculino como en femenino, en deportes como: fútbol, futbol sala, baloncesto, softbol, voleibol, vóley playa, ultimate, rugby, ajedrez, karate, taekwondo, judo levantamiento de pesas, tenis de campo, tenis de mesa, atletismo y patinaje como novedad, disciplina en la que se participará por primera vez. Leer mas...
Consejos desde Finlandia para combatir las noticias falsas
Datos imparciales, argumentos tendenciosos, opiniones disfrazadas de información… Las noticias falsas están ahí pero podemos descubrirlas fácilmente.
Nunca habíamos tenido acceso a tanta información en toda la historia de la humanidad e, irónicamente, esta información nunca había estado tan dispersa, desordenada y mezclada con la desinformación, bien por un descuido o por una campaña enfocada a cambiar la opinión de quien la consuma.
Hoy en día tenemos acceso instantáneo a cualquier evento que ocurra en cualquier parte del mundo, pero no siempre recibimos información correcta o fidedigna. Puede que sea un simple error por parte de quien la difunde o puede que el propósito sea cambiar la opinión o atacar a quienes opinan diferente.
El concepto tan manoseado de fake news o noticias falsas ha llegado al punto de ser usado tanto para definir una información incorrecta a propósito como para menospreciar una noticia cierta si no entra en nuestros esquemas de opinión. Y la perversión de esta espiral de desinformación e intoxicación informativa llega hasta el punto de que surgen por doquier agencias de verificación a las que debemos creer a ciegas cuando simplemente hacen, o dicen hacer, una de las máximas del periodismo de toda la vida: comprobar que lo que publicas es cierto.
¿Los medios ya no comprueban sus noticias o siguen intereses comerciales o políticos? ¿Lo hacen mejor estas agencias? ¿Qué intereses tienen unos y otros? ¿Quién sale ganando cuando una noticia falsa se viraliza por las redes sociales e incluso se publica en medios de información que dicen ser serios?. Leer mas...
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